sábado, 21 de septiembre de 2013

De todos


 
 
 
 
 
 
 
 
 
El profesor de "Introducción al Derecho" entró en clase. Preguntó el nombre de un estudiante que estaba sentado en la primera fila: - Mi nombre es Nelson, Señor. - ¡Fuera de mi clase y no vuelva nunca más! - Gritó el maestro desagradable. Nelson recogió sus cosas y salió de la habitación.

Todos estaban asustados e indignados, pero nadie habló. - ¿Para qué sirven las leyes? Preguntó el maestro - los estudiantes seguían asustados, pero poco a poco empezaron a responder a su pregunta: - Para tener un orden en nuestra sociedad. - ¡No!  - Para cumplirlas. - ¡No! - Para que las personas equivocadas paguen por sus acciones. - ¡No!

- ¿Alguien sabe la respuesta a esta pregunta? - Para que se haga justicia - una muchacha habló con timidez. - ¡Por fin! Es decir, por la justicia. Y ahora, ¿qué es la justicia? - Salvaguardar los derechos humanos...

- Bien, ¿qué más? - Preguntó el maestro. - Para diferenciar el bien del mal, para recompensar a aquellos que hacen el bien... - Ok, no está mal, pero respondan a esta pregunta: ¿Actué correctamente al expulsar a Nelson del aula? Todos estaban en silencio, nadie respondió. - Quiero una respuesta por unanimidad. - ¡No! - Todos contestaron con una sola voz.

- ¿Se podría decir que he cometido una injusticia? - ¡Sí! - ¿Y por qué nadie hizo nada al respecto? Para que queremos leyes y reglas, si no tenemos la voluntad necesaria para practicarlas. Cada uno de ustedes tiene la obligación de hablar cuando es testigo de una injusticia. Todos. ¡No vuelvan a estar en silencio, nunca más! Vayan a buscar a Nelson - dijo. Después de todo, él es el maestro, yo soy un estudiante de otro período.

Aprendan: Cuando no defendemos nuestros derechos, se pierde la dignidad y la dignidad no puede ser negociada.

Experiencias de don Jesús Adrián Eula Fajardo. Profesor en la Escuela Nacional de Policía de Montevideo

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