No se me da bien la poesía. Pero
ella nos “ilumina” por entero. Luz distinta, de infinitos significados
dependiendo de la persona, el momento o el lugar. Cada lector, cada escritor
(sincero o no) obtiene plenitud (¿más que la prosa?). Entiendo que sí: porque la
amplitud de sus significado va más allá del texto (mucho más allá que la
descripción o la narración).
La poesía se verifica en el
encuentro con cada lector, que otorga nuevos sentidos al texto escrito. La
poesía es una realidad espiritual que
está más allá del arte. La calidad de lo poético trasciende el ámbito de la
lengua y del lenguaje. La poesía evoca (como ninguna otra modalidad de
comunicación) emociones, sentimientos, ideas y construcciones de la
imaginación.
Como no se me da bien, recurro a
otros para expresar mi profundo dolor (o felicidad) cuando pierdo a un ser
querido (o me encuentro con él). Queridos son todos los afectados por el
accidente de Santiago. Nada paliará el daño. Nada la ausencia del familiar o
amigo que murió. Valgan estos versos para expresar mi sentimiento lejano pero
intenso.
“Al caer la tarde cerraste tus
ojos a la vida, la vida que te vio nacer…
Ah, con tu partida dejaste mi
alma tan vacía, añorando momentos que se han ido; en torbellinos de hermosos,
recuerdos de tu vida y la mía.
Aún recuerdo aquel último abrazo enternecido
que fundieron nuestros cuerpos algún día, diciéndome que el tiempo no
regresaría.
A cada instante resurge tu
recuerdo en mi memoria, cuando aquellos días jugueteabas y sonreías sin
imaginar que tan pronto tú te irías de mi vida.
Te encuentro en la brisa de la
mañana, en el trineo de los pajarillos y en el aroma de las flores que pintan
mil colores.
Te encuentro en el agua fugaz de
un rio que arrastran las piedras al vacío y en el lucero de la noche que
ilumina esta cruel melancolía.
Vivirás todos los días en este
corazón que no te olvida y en estos tristes versos que calman mi agonía”. Copyright
© 2013 Textos de Amor
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