La política de un niño por pareja o política de hijo único (sea impuesta u opción libre), tirar desechos en la vía pública, elegir una emisora de radio o cadena de televisión… cualquier hábito o estilo de vida y consumo individual es una acción política (rama de la moral que plantea la convivencia colectiva como un quehacer ordenado al bien común).
Hacemos política individual desde que nos levantamos incluso cuando
dormimos en nuestra vivienda hipotecada de 60 o 200 metros cuadrados. Otra cosa
es la “profesional”, la “imperfecta
democracia” de elegir una papeleta (que no una persona) para que tome
decisiones políticas en nuestro nombre.
Jean-Jacques Rousseau (Contrato Social), Kant (en la toma de decisiones), John Rawls (velo de ignorancia sobre la
posición ideal del ciudadano en la actividad pública) o Jürgen Habermas (condiciones ideales de diálogo) investigan, desde
el “contractualismo” contemporáneo los procesos de toma de decisiones para la
convivencia.
En el contrato social, los seres humanos tal vez no deben sólo
acordar con el Estado los derechos (incluso las obligaciones): mayor número de
derechos implica mayores obligaciones; además deberían concienciarse de
“asumirlos” en persona. No nos vale, como dice un amigo, la política para los
políticos (nos adentramos en un proceso cuyo final se observa, estos días con
crudeza). El mayor analfabeto es el analfabeto político” Eugen Berthold Bertolt Friedrich Brecht.
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