Las razones por las que una persona
no sabe compartirse emocionalmente pueden ser variadas. Tuvo una infancia muy
dura. Unos padres que abrazaban poco. Su
anterior pareja le/la maltrató tanto que tiene miedo a abrirse de nuevo; pero
no habla y no hay manera de sacarle
cuatro sentimientos.
Solamente compartimos lo malo o
conflictivo. ¿Por qué si es uno de los pilares de cualquier relación? Las
relaciones deberían basarse en el intercambio de halagos, aprecios o
admiración. Nunca deberíamos cansarnos de decirle a la pareja cuánto nos gusta
y la amamos. Nunca debemos buscar culpables, sino soluciones.
Tal vez, la cualidad que más une
a una pareja sea el contacto con sus sentimientos, que sepa identificarlos, que
sepa expresarlos, y que tenga intención de compartirlos con la persona con la
que convive en la otra intimidad (la del lavabo).
Una persona emocionalmente
cerrada provoca incertidumbre y malestar en su pareja. Esta, quizás, pueda
entender lo que le ocurre pero siempre necesitará alguna muestra emocional que
alivié su profundo dolor y sufrimiento.
Anne Evans se preguntaba si hay
una soledad es más solitaria que la desconfianza, un agravio de la experiencia
de la incomunicación.
Ortega y Gasset se refería a la incapacidad que
tenemos las personas de ir más allá de nuestro punto de vista, esencial e
intransferible. Pero, no por ello, somos incapaces de alcanzar la realidad
común que comparten los individuos de una relación. El vértigo, una sensación
de inseguridad, es el mayor indicador del contacto con el “desconocido”.
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