Analizando el inicio de cualquier
relación, observamos el derroche de simpatía y esfuerzos para gustar a los
demás. Mostramos lo mejor de nosotros para atraer. Y seguramente es el más
placentero de los momentos de cualquier relación. ¿Por qué? Tal vez, el acto de
dar nos resulte más feliz.
“No es sorprendente que las
investigaciones demuestren que el amor altruista da felicidad personal”, dice
el doctor Mark Klein, autor del libro “"What do I do now?: A Handbook for
Life" (¿Qué hago ahora?, un libro para toda la vida).
Sin embargo, Richard Dawkins (El gen egoísta, 1976) sostiene que la
conducta de un organismo cuando se comporta de forma altruista aumentando el
bienestar de otro se realiza a expensas de su propio bienestar. Se trata de un
altruismo individual aparente. Y la canción de Víctor Manuel nos hace
reflexionar:
Quién puso más, los dos se echan
en cara
quién puso más, que incline la
balanza
quien puso más calor, ternura,
comprensión.
quién puso más, quién puso más
amor.
Al finalizar una relación,
solemos hacer balance. Hecho que nos induce a pensar que nuestro altruismo “durante”
no fue más que un medio para conseguir “algo a cambio” y no una actitud en sí
misma para autorrealizarnos y conseguir la felicidad. Admitiendo excepciones
como en la relación materno/paterno filial; y, a veces, ni en esta tan sublime
El científico y ensayista
británico David Hamilton expone como razón fisiológica: “cuando ayudamos,
nuestro cerebro produce hormonas que, como la dopamina, aumentan nuestro
bienestar físico. Múltiples razones explican por qué dedicar nuestro tiempo,
esfuerzo o dinero a otros nos hace más felices que anteponernos a nosotros,
privilegiarnos y dedicarnos más que al otro.
Pues bien, reflexionemos ahora
sobre los innumerables mensajes de Facebook y en general que transmitimos
cultivando, sobre todo, “yo soy la prioridad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario