sábado, 15 de junio de 2013

¡Qué bello es vivir!


Analizando el inicio de cualquier relación, observamos el derroche de simpatía y esfuerzos para gustar a los demás. Mostramos lo mejor de nosotros para atraer. Y seguramente es el más placentero de los momentos de cualquier relación. ¿Por qué? Tal vez, el acto de dar nos resulte más feliz.  

“No es sorprendente que las investigaciones demuestren que el amor altruista da felicidad personal”, dice el doctor Mark Klein, autor del libro “"What do I do now?: A Handbook for Life" (¿Qué hago ahora?, un libro para toda la vida).

Sin embargo, Richard Dawkins (El gen egoísta, 1976) sostiene que la conducta de un organismo cuando se comporta de forma altruista aumentando el bienestar de otro se realiza a expensas de su propio bienestar. Se trata de un altruismo individual aparente. Y la canción de Víctor Manuel nos hace reflexionar:

Quién puso más, los dos se echan en cara

quién puso más, que incline la balanza

quien puso más calor, ternura, comprensión.

quién puso más, quién puso más amor.

Al finalizar una relación, solemos hacer balance. Hecho que nos induce a pensar que nuestro altruismo “durante” no fue más que un medio para conseguir “algo a cambio” y no una actitud en sí misma para autorrealizarnos y conseguir la felicidad. Admitiendo excepciones como en la relación materno/paterno filial; y, a veces, ni en esta tan sublime

El científico y ensayista británico David Hamilton expone como razón fisiológica: “cuando ayudamos, nuestro cerebro produce hormonas que, como la dopamina, aumentan nuestro bienestar físico. Múltiples razones explican por qué dedicar nuestro tiempo, esfuerzo o dinero a otros nos hace más felices que anteponernos a nosotros, privilegiarnos y dedicarnos más que al otro.

Pues bien, reflexionemos ahora sobre los innumerables mensajes de Facebook y en general que transmitimos cultivando, sobre todo, “yo soy la prioridad”.
 

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