Una persona “opaca” no permite
pasar “luz” en proporción apreciable. Otra es traslúcida cuando deja pasar la
luz, pero de manera que las formas se hacen irreconocibles. Por último, e
infrecuente en nuestra sociedad, el/la
transparente deja pasar fácilmente la “luz”.
¿Puede una relación considerarse
íntima cuando estamos compartiendo casa, cama, pijama, lavabo o vaso? O tal vez sea más difícil compartir los
afectos, de los sentimientos, o la
esencia de cada uno. Al convivir con una persona, nos guste o no, de manera
consciente o inconsciente, nos hacemos más transparentes y son pocas las cosas
que se le pueden escapar a la pareja que está compartiendo esa parcela de
nuestra vida, a poco de atención que ponga.
Pensamos que sí nos lo estamos
diciendo todo, o que si hubiese algo que comentar esto se haría sin ningún
problema. En la realidad cotidiana de muchas parejas existe falta de comunicación.
No es que nuestra pareja no hable sino que no comunica lo que siente, quiere o
necesita. Es más fácil reprochar, exigir, malinterpretar o imponer. Nos
enfadamos porque el otro no adivino nuestros pensamiento, y ést@ porque no
tiene ni idea de qué le están echando en cara.
¿Qué entendemos por una persona transparente?
Alguien diáfano no filtra o da rodeos
entre sus actos y sus pensamientos. La gente clara manifiesta su intención sin
esconder nada. Auténtico y sincero son dos conceptos distintos. Autenticidad está
unida a honradez y a lealtad. Sinceridad
implica veracidad, sencillez o libertad en el modo de expresarse.
La franqueza se aplica al
reconocimiento de uno mismo o al trato con los demás, antónimo de doblez o
hipocresía.
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