¿Expresamos en términos parecidos
nuestras críticas y juicios a los demás en su cara o a sus espaldas? Me temo
que, por prudencia, juzgar por la espalda es mucho más contundente. Viciados de
poca educación, impunidad o comodidad nos atrevemos mucho “despellejando” y
obviamos la admiración de la virtud ajena.
El genio, la persona sensata o
documentada critica, juzga o actúa desde la “bondad”. Aunque, “siempre ha sido
más fácil para poetas y pintores conmover pintando los tormentos del infierno
que las delicias del cielo”. Es más fácil criticar los defectos ajenos, siempre
a la vista, que elogiar, porque toda virtud ajena nos hace sentir pequeños y
apenados.
Todos los dedicados a la mejoría
humana (críticos, periodistas, moralistas) o a la crítica, deberían evitar el encarnizamiento, sobre todo
si no son personas ejemplares o espejos de vidas ejemplares. “El jardín de las
delicias” (El Bosco) evita la grosería, lo prosaico, lo feo. Su pintura refleja sentimientos nobles, Naturaleza,
libertad, agua. Trasmite una “alegre primavera”.
El crítico interesado en el detalle
exacto analiza relaciones concretas. Explica
lo social a través del lenguaje delicado. Porque la crueldad individual es el
resultado del entorno. El maltrato a una mujer no es sólo el crimen de un abusador, sino la fotografía de una sociedad sorda, ciega y muda. Debajo de
los colores hay relaciones de poder, hay dominados y dominadores; detrás de los sabores, una ideología (tal vez,
burguesa).
El ojo novato confunde lo natural
con lo artificial. La burguesía, dijo el autor de `Das Kapital´, hace que los
proletarios crean que las prácticas económicas aburguesadas y que las
instituciones burguesas son necesarias, naturales, “eternas”, siempre vivas y
presentes y útiles, pero no es así.
Una mujer pobre, como la florista
de `Pigmalión´, jamás podrá ver las intenciones de un hombre rico (Higgins). Ella carece de códigos para
interpretar los actos de una clase social que la domina, y tales códigos están
ocultos.
¿Dónde? En la Filosofía. Marx, en
su `Misère de la philosophie´, dijo que los sacerdotes, como los burgueses,
afirman que toda práctica social, que toda cosmovisión ajena a la suya es cosa
“sacada del overol”, quimérica, artificial.
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