Además de proteger al cuerpo, la
ropa representa ideas culturales, sociales y religiosas. La ropa nos protege
del frío, del sol intenso, de la lluvia o la nieve. La “elegante” corbata, las
plumas de algunas tribus, el hábito de personas religiosas o el uniforme de
individuos organizados nos informan.
Las personas se visten de
diferente manera de acuerdo a la ocasión y su estado de ánimo. Mientras que
algunos atuendos a veces son considerados como símbolos de un estatus elevado,
otros muestran que la persona que los viste está en el extremo más pobre de la
escala social.
Hay grupos de personas que
practican distintos tipos de actividades desnudos (en la intimidad o en
público). Los nudistas apelan a al respeto por la naturaleza o tratan de
expresar en libertad su derecho a estar desnudos. Además consideran la
prohibición moral de la práctica del desnudo público como un problema
psico-emocionales (encuentran falta de autoestima, pobre autoimagen corporal y
morbo sexual).
Desde algunas religiones, la
desnudez no es en sí una cosa inmoral. El pecado
surge cuando la persona mira rebajando el cuerpo a objeto de placer. Reducir el
cuerpo a rango de objeto de goce y destinado a la satisfacción de la
concupiscencia implica un atentado contra la dignidad de la persona.
La estética de un cuerpo desnudo
puede ser objeto de debate. En cualquier caso, creo que, un cuerpo desnudo de
80 años o de 18 dispone de sus respectivos
fans. El pudor de estar desnudo es
atávico y consuetudinario, impuesto por casi todas las civilizaciones por
diversos motivos.
Personalmente, acudo a la playa
nudista como terapia para el secado de los granitos que generan mis glúteos
durante los meses “acalzoncillados”, para abrazar
el mar salado, liberar mi mente de ataduras y, sobre todo, para rendir homenaje
a mis queridos antepasados: Adán y Eva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario