martes, 7 de mayo de 2013

Yo especulo, tu especulas...


La especulación es un calificativo más económico que sociopolítico, pero funciona igual. Se trata de explotar al máximo la acumulación y lanzarla al mercado sin valor añadido; esperando a que llegue el precio más alto, para saborear el éxito.

Los representantes de las democracias están sin ideas, sin capacidad resolutiva y sin ningunas ganas de buscar alternativas. La nefasta política que imponen los mercados especulativos consiste en el enriquecimiento de unos pocos en todo momento y a toda costa, aunque esto signifique el empobrecimiento y el empeoramiento de vida de la mayoría de las personas.  La política facilita la entrada de los “buitres”.

Los precios de las materias primas varían en un 70% por la especulación y en un 30% por la oferta y la demanda. Comprar metales preciosos, materias primas de origen vegetal (maíz, trigo, etc.), animal o mineral con expectativas de futuro para venderlos y obtener una ganancia sin trabajo ni esfuerzo es algo parecido a aquellos pisos que adquiríamos a 2 para vender pasado mañana a 4.

Especular (operaciones comerciales que se practican con mercancías, valores, o bienes) en los mercados cerrados a la importación y/o monopolios; o cuando  el bien o servicio es muy necesario o inelástico, proporciona al “usurero” mayores márgenes de ganancias, porque podrá especular prácticamente sin límite por no tener competencia.

En cualquiera de sus formas ya sea financiera o inmobiliaria, sobre alimentos, materias primas, agua o deuda pública, etc., constituye una de las mayores lacras sociales. Sabemos que la especulación no produce más que dinero y que el dinero...no se come. Sabemos que alimenta y retroalimenta la subida de los precios, la inflación y las burbujas que son, precisamente, lo único que la especulación persigue.
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