Tres senadores, doce generales, dos obispos y una gran parte de la élite industrial francesa estaban envueltos en el escándalo (Francia en 1932). Mil personas eran culpables de un delito de evasión fiscal a través de entidades suizas.
Los pueblos soberanos, sus
ciudadanos soberanos, sus representantes soberanos son pigmeos ante las
acciones internacionales. Los paraísos fiscales se han insertado en la economía
regular o legítima. Nunca han sido articulados desde una perspectiva jurídica
unificada. Las iniciativas políticas, declaraciones, etc. caen en papel mojado
dado que las prácticas reales que encuentran amparo en los paraísos fiscales
permiten superar los obstáculos sin dificultad.
Los Estados que han optado por
dar facilidades a este tipo de actividad y, ahora, sufrimos una auténtica
dependencia económica de los capitales extranjeros que llegan al “paraíso”
buscando ventajas fiscales y la opacidad que disfrutan estos sistemas.
Para algunos “paraísos” la
atracción de capitales puede representar el 20 o 30% de su Producto Interior
Bruto. Hay que esperar poca complicidad o cooperación para atajar la impunidad
de muchas de las operaciones que huyen de la transparencia que exigen las
regulaciones de los países avanzados.
¿Alguien puede creerlo?: “Estamos
comprometidos a mantener el impulso en el tratamiento de los paraísos fiscales,
el blanqueo de dinero, los procedimientos de la corrupción, la financiación del
terrorismo y las normas prudenciales”(de prudencia bancarias)”. Declaración
final de la cumbre del G-20 en Pittsburgh 26/09/2009.
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