Los dioses acusan al héroe de
ser culpable pero le eximen de la responsabilidad social o política. Podemos
imputar responsabilidades pero el héroe
no es el culpable sino los dioses. En
la Segunda y Cuarta Meditación de
Descates, sin embargo, el individuo se precipita al error porque decide antes
de analizar racionalmente. Aunque el sistema nos obliga a la ultra
responsabilidad cuando “todo va bien” y a la ultra inculpabilidad cuando se
tuerce.
Culpable es una persona ha
realizado u omitido una acción de forma deliberada o con negligencia, es decir,
ha actuado voluntariamente y con mala intención. Responsable, además de
ostentar el “mando de la organización”, es aquella que ha causado un daño de
forma involuntaria o carente de mala intención.
Las instituciones actúan, en
demasiadas ocasiones, de forma inadecuada. Al cabo de los años, el deterioro
social producido afecta a los individuos de la comunidad de maneras muy
distintas. Tanto si equivocación fue consciente o inconsciente; tanto si
valoraron o no todas las posibles consecuencias, tal vez no sean culpables pero
si responsables de las consecuencias.
¿Por qué nos empeñamos en evadir
la responsabilidad cuando las cosas se complican acaban mal? La sociedad asigna diversas funciones
como la dirección de la actividad
política, económica o social para que actúen conscientemente. Todos estamos
obligados a responsabilizarnos de nuestros actos incluso cuando cumplimos con
nuestras obligaciones y ponemos el máximo cuidado y atención en lo que hacemos o
decidimos.
Confundir culpabilidad con
responsabilidad supone la creencia de haber infringido alguna ley, principio
ético o norma, sean estas reales o imaginarias; y miedo a ser censurado o
desaprobado. Tal vez, por eso, nos defendemos acusando a los demás.
Ser responsable no implica, necesariamente,
ser culpable. Pero, en muchas ocasiones escapamos de nuestra responsabilidad
simplemente porque no queremos ser reconocidos por la sociedad como culpables.
Pero si ahondamos en los principios filosóficos de la culpabilidad podremos
encontrar con cierta facilidad que "nadie es culpable por nada",
puesto que cada uno de nosotros hace lo que puede y recibe una determinante
influencia de sus circunstancias.
Sin embargo, al pensar las
posibles consecuencias negativas de nuestra acción, aun cuando ésta no haya sido
voluntaria; nos impide avanzar y reflexionar con cierta claridad. En nuestra
cultura solemos confundir responsabilidad (habilidad de responder por nuestras
acciones ante las circunstancias) con culpabilidad (habilidad de culpar o
culparnos por las circunstancias).
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